Comentario
De cómo fundó la casa real del sol en un collado que por encima del Cuzco está, a la parte del Norte, que los españoles comúnmente llaman la Fortaleza, y de su admirable edificio y grandeza de piedras que en él se ven.
La ciudad del Cuzco está edificada en valle, ladera y collados, como se escribe en la primera parte desta historia, y de los mesmos edificios salen unas formas de paredes anchas, en donde hacen sus sementeras, y por compás salían unas de otras, que parescían cercas de manera que todo estaba [rodeado] destos andenes que hacía más fuerte la ciudad, aunque por natura lo es su sitio; y así, lo escogieron los Señores della entre tanta tierra. Y como ya se fuese haciendo poderoso el mando de los reyes e Inca Yupanqui tuviese los pensamientos tan grandes, no embargante que tanto por él había sido ilustrado y enriquecido el templo del sol llamado Curicancha e hobiese hecho otros grandes edificios, determinó que se hiciese otra casa del sol que sobrepujase el edificio a lo hecho hasta allí y que en ella se pusiesen todas las cosas que pudiesen haber, así oro como plata, piedras rica, ropa fina, armas de todas las que ellos usaban, munición de guerra, alpargates, rodelas, plumas, cueros de animales y los de aves, coca, sacas de lana, joyas de mill géneros; en conclusión, había todo aquello de que ellos podían tener noticia. Y esta obra se comenzó tan soberbia que, si hasta hoy durara su monarquía, no estuviera acabada.
Mandóse que viniesen de las provincias que señalaron veinte mill hombres y que los pueblos le enviasen bastimento necesario y si alguno adolesciese, entrando en su lugar otro, se volviese a su naturaleza, aunque estos indios no residían siempre en la obra sino tiempo limitado y viniendo otros salían ellos, por donde sentían poco el trabajo. Los cuatro mill destos quebrantaban las piedras y sacaban las piedras; los seis mill las andaban trayendo con grandes maromas de cueros y de cabuya, los otros estaban abriendo la zanja y abriendo los cimientos, yendo algunos a cortar horcones y vigas para el enmaderamiento. Y para estar a su placer, estas gentes hicieron su alojamiento cada parcialidad por sí, junto a donde se había de hacer el edificio. Hoy día parecen las más de las paredes de las casas que tuvieron. Andaban veedores mirando como se hacían y maestros grandes y de mucho primor; y así, en un cerro que está a la parte del Norte de la ciudad, en lo más alto della, poco más que un tiro de arcabuz, se fabricó esta fuerza que los naturales llamaron Casa del Sol y los nuestros nombran la Fortaleza.
Cavóse en peña viva para el fundamento y armar el cimiento, el cual se hizo tan fuerte que durará mientras hobiere mundo. Tenía, a mi parecer, de largo trescientos y treinta pasos y de ancho doscientos. Tenía muchas cercas tan fuertes que no ay artillería que baste a romperlas. La puerta principal era de ver cuán primamente estaba y cuán concertadas las murallas para una no salir del compás de la otra; y en estas cercas se ven piedras tan grandes y soberbias que cansa el juicio considerar cómo se pudieron traer y poner y quién bastó a labrallas, pues entre ellos se ven tan pocas herramientas. Algunas destas piedras son anchas como doce pies y más largas que veinte y otras más gruesas que un buey y todas asentadas tan delicadamente que entre una y otra no podrán meter un real. Yo fui a ver este edificio dos veces: la una fue conmigo Tomas Vázquez, conquistador, y la otra Hernando de Guzmán, que se halló en el cerco, y Juan de la Playa; y creed los que esto leyerdes que no os cuento nada para lo que vi. Y andándolo notando, vi junto a esta fortaleza una piedra que la medí y tenía doscientos y setenta palmos de los míos de redondo y tan alta que parescía que había nacido allí; y todos los indios dicen que se cansó esta piedra en aquel lugar y que no la pudieron mover más de allí; y cierto, si en ella misma no se viese haber sido labrada, yo no creyera, aunque más me lo afirmaran, que fuerza de hombres bastara a la poner allí, adonde estará para testimonio de lo que fueron los inventores de obra tan grande, pues los españoles lo han ya desbaratado y parado tal cual yo no quisiera ver [por] la culpa grande de los que han gobernado en lo haber permitido y que una cosa tan insigne se hobiese desbaratado y derribado, sin mirar los tiempos y sucesos que pueden venir y que fuera mejor tenerla en pie y con guarda.
Había muchos aposentos en esta fuerza, uno[s] encima de otros, pequeños, y otros entre suelos, grandes; y hacíanse dos cubos, el uno mayor que otro, anchos y tan bien sacados que no sé cómo lo encarecer, según están primos y las piedras tan bien puestas y labradas; y debajo de tierra dicen que hay mayores edificios. Y cuentan otras cosas, que no escribo por no las tener por cierto. Comenzóse a hacer esta fuerza en tiempo de Inca Yupanqui; labró mucho su hijo Tupac Inca y Guayna Capac y Guascar y, aunque ahora es cosa de ver, lo era mucho más sin comparación. Cuando los españoles entraron en el Cuzco sacaron los indios de Quizquiz gran tesoro della y los españoles aún hallaron algunos y se cree que hay a la redonda della mayor número de lo uno y lo otro. Lo que desta fortaleza y la de Guarco ha quedado sería justo mandar conservar para memoria de la grandeza desta tierra y aún para tener en ella tales dos fuerzas, pues a tan poca costa se las hallan hechas. Y, con tanto, volveré a la materia.